29 Oct Joyas con perlas, un clásico eterno que nunca pasa de moda.
Las perlas, regalo que nos hace la naturaleza, han fascinado al hombre desde el inicio de las civilizaciones, han sido aceptadas como medio de pago, provocado guerras, embellecido las más hermosas joyas de las casas reales y llegan hasta nuestros días tan espectaculares, como lo han sido a lo largo de la historia. Joyas repletas de tradición, elegancia y estilo, que nos siguen enamorando.
Las perlas, fueron uno de los primeros elementos utilizados por el hombre desde tiempos ancestros como complemento ornamental. Aceptadas por los mercantes como medio de pago, desde la edad media, fueron incorporadas a las joyas y vestimentas de las casas reales y la nobleza.
¿Cómo se forman las perlas?
A diferencia de las piedras preciosas o semi preciosas, las perlas no se formaron gracias a la unión de elementos químicos sometidos a altas temperaturas y presiones en los orígenes de la formación de nuestro planeta.
Las perlas son producidas cuando un cuerpo extraño, se introduce en el interior del molusco que reacciona como medida de defensa, cubriéndolo lentamente, con una mezcla de cristales de carbonato de calcio y una proteína llamada conchiolina, formando la sustancia que conocemos como nácar.
El proceso de formación de las perlas es lento, formado por capas de nácar, se puede tardar hasta 10 años en conseguir una perla de tamaño comercial.
Las perlas son producidas por moluscos de agua dulce y de agua salada. Las de agua dulce que pueden ser de ríos o lagos, están consideradas de peor calidad por tamaño, forma y color.
Las perlas de agua salada las podemos encontrar en varias regiones del planeta, aunque las más reconocidas son las ubicadas en Japón, primera región en explotar las perlas comercialmente, Tahití características por su color oscuro y Australia, las más cotizadas, ya que estos moluscos forman unas perlas de gran tamaño, muy esféricas de color o tonalidad claro y un maravilloso oriente.
Perlas cultivadas.
Aunque las perlas se crean de forma natural, se han implantado granjas de cultivo, donde es el hombre el que fuerza la creación de las perlas al introducir de forma artificial un objeto en el molusco, buscando no solo la reacción que inicie el proceso de formación de la perla, sino obtener la forma más esférica posible, con la tonalidad más clara y el mejor oriente.
Este proceso artificial no quiere decir que las perlas sean de peor calidad, realmente son iguales, se fomenta de forma artificial la reacción del molusco para empezar a crear las capas de nácar y se controla el proceso, de forma, que nos lleve a conseguir perlas de gran calidad.
Actualmente es muy complicado encontrar perlas creadas de forma natural en las joyerías, ya que son realmente escasas y difíciles de localizar. Las pocas que se consiguen, son vendidas en subastas a grandes joyerías internaciones como Graff para formar parte de joyas muy exclusivas.
No existen dos perlas iguales, a lo más que podemos aspirar es a encontrar perlas parejas, en forma, color, oriente y tamaño. Es la reacción que se produce en el interior del molusco lo que provoca la forma final que tendrá la perla.
Para joyería se buscan perlas lo más redondas posibles, aunque la naturaleza que es caprichosa, suele dar rienda suelta a su imaginación, creando perlas de todos los colores, formas y tamaños.
La Peregrina, la perla más famosa de todos los tiempos.
La perla más famosa que existe se llama La Peregrina, una perla en forma de lágrima de tamaño y forma inusual descubierta en aguas de lo que hoy es Panamá en 1515 y regalada a Felipe II, pasando a formar parte de las joyas de la corona de España.
La Peregrina se engarzó en un broche junto al diamante El Estanque y fue lucida por numerosas reinas españolas hasta que en 1808, José Bonaparte en la invasión a España, la robó junto a gran parte de las joyas de la corona española y entregada a su mujer Julia Clary quien la lució hasta su muerte.
Pasó en herencia a Napoleón III, quien en 1848 la vendió al marqués de Abercorn por problemas económicos. El marqués de Abercorn la vendió a una joyería inglesa en 1914 y en 1969 salió a subasta en Nueva York. Alfonso de Borbón Dampierre pujó, pero fue Richard Burton el que consiguió adquirirla, y regalársele a su mujer Elizabeth Taylor.
Joyas con perlas, un clásico eterno.
Las perlas usadas en joyería deben tener un color lo más blanco posible, una forma esférica, un tamaño no inferior a 12 mm y un buen oriente, que es la denominación que se hace de ese brillo anacarado con destellos de colores azul, verde, naranja y rojo que produce el nácar cuando refleja la luz.
Una de las grandes ventajas que tienen las joyas es la posibilidad de realizarlas cambios o modificaciones. Esto es más evidente en el caso de las perlas, las cuales, suelen ir hiladas en collares o pulseras y de una forma rápida y barata, permiten modificar o actualizar joyas antiguas.
Resulta muy fácil y barato añadir adornos a joyas de perlas, los cuales cambiarán por completo la estética que tenían, cambiando no solo la forma, sino modernizando ciertas piezas clásicas que tal vez, estuvieron de moda, pero actualmente están guardas en el cajón de casa sin usarse por considerarlas antiguas.
La perla forma parte de la tradición joyera. Desde la edad media, se han usado tanto en joyas como en vestidos de las casas reales y la nobleza europea, aunque fue el imperio Mogol en la India, los mayores hacedores de las perlas.
Entre los años 1960 y 1983 estuvieron muy de moda en España, y es rara la familia que no conserva un anillo, pendiente, broche, collar o pulsera de perlas.
Desde el 2017, grandes firmas y el street style se encargaron de volver a poner de moda las joyas con perlas, joyas eternas que actualmente siguen en tendencia tanto en sus diseños más clásicos, vintage… como en piezas de joyería mas modernas.
La tradición joyera que nos ofrecen las perlas, resulta tan espectacular actualmente como resultaba en los palacios de la India, Paquistán, Nepal, Bután o Irán siglos atrás.
Cuidado de las perlas.
Las perlas son elementos porosos, por tal motivo suele coger polvo y ensuciarse. Su limpieza es muy sencilla. Un pañuelo, preferiblemente de materiales naturales como el algodón o el lino, humedecido en agua, es suficiente para dejar las perlas lustrosas nuevamente, una vez las hayas secado con la parte de pañuelo seca.
Como recomendación te diría, que al ser las perlas materiales porosos, no te las pongas inmediatamente después de haberte puesto cremas o perfumes, deja primero que tu piel absorba un poco la crema o que el perfume empiece a evaporar, para no tener que estar limpiando tan a menudo tus joyas de perlas.